Breves apuntes de un camino que no se acaba

Hará algo más de quince años, cuando aún no había estallado la burbuja inmobiliaria con la que empezó este periodo convulso de nuestra historia reciente que parece que no tenga que acabar nunca, traté de sentar a un grupito de entidades alrededor de una mesa para proponerles desarrollar una herramienta informática de forma conjunta. Todas ellas trabajaban en el ámbito de la inserción laboral de colectivos vulnerables, todas tenían necesidades bastante parecidas y todas me pedían que les echara una mano para tratar de tecnificarse un poco. A problemas colectivos, soluciones compartidas. Siempre me ha parecido una idea obvia, pero en ese momento no fue posible: todo el mundo era demasiado singular, demasiado especial, demasiado diferente… y todo el mundo tenía poco dinero. También el tercer sector vivió, de algún modo, su particular burbuja. En fin, que el mantra del trabajo en red ya llevaba tiempo formando parte del discurso de las ONG, pero más de una vez costaba aterrizarlo, digámoslo así.

Tuvo que venir el trompazo de 2008 para que lo que debería haber sido una praxis habitual empezara a ser un escenario asumible: mira por dónde, la falta de recursos nos ayudó a entender que las soluciones individuales y a medida, caras y difíciles de mantener y evolucionar, debían dejar paso a una nueva forma de hacer, auténticamente cooperativa. Esta es una de las ideas fuerza existentes en el origen de SinergiaTIC. En ese momento alguien nos dijo que el sector no nos compraría la propuesta, que el individualismo seguiría imperando. Ciertamente, la primera respuesta tangible no fue tan amplia como habríamos querido: apenas una docena de entidades comprometieron recursos para empezar a andar. Pero diez años después somos más de 150 y esto no se detiene. Quizás no somos un sector particularmente ágil o arriesgado, pero somos capaces de construir proyectos sólidos y capaces de generar impacto a largo plazo.

Precisamente uno de los muchos efectos de esta apuesta por el trabajo conjunto ha sido la posibilidad de crear y mantener en el tiempo a un cada vez más numeroso grupo de profesionales de la tecnología que pueden dedicar toda su energía a construir las soluciones y a transferir el conocimiento que las entidades necesitan. A menudo los nuevos fichajes nos dicen estar contentos no sólo de ganarse la vida dignamente sino de poder hacerlo generando impacto y contribuyendo al cambio social. Más contentos estamos nosotros, me digo, de haberles podido ofrecer esta posibilidad, bastante impensable no hace tanto… Y si más de una vez hemos dicho lo de “no podemos ni queremos competir con cierto tipo de industria tecnológica”, viendo la ola de despidos masivos en todas las big tech nos sentimos menos culpables de haberlos enredado para que se nos unieran.

Durante estos diez años nos hemos hartado de picar piedra. Empujar el cambio cultural que las organizaciones necesitan para beneficiarse de la revolución tecnológica, casa por casa, supone un gran esfuerzo y no siempre lo hemos conseguido. Y cuando lo hacemos nos cuesta sacarnos de encima la sensación de que es un proceso lento y pesado, que ya deberíamos estar hablando de inteligencia artificial (ya me perdonaréis que caiga en el hype del momento) y todavía estamos tratando de hacer entender la necesidad de recoger y ordenar cuatro datos. Pero cada vez que leemos un comentario agradecido en nuestros foros, cada vez que una entidad nos transmite la percepción de haber ido más allá de donde estaba no hace tanto, vemos que esto que hacemos tiene sentido y valor.

Me gusta ver el telediario con mis hijos. Mucho de lo que se explica les genera preguntas y nos permite hablar de temas muy diversos… incluso del trabajo de su padre. “Ayer se celebró un festival en favor de los derechos humanos…”. Chicos, ¿sabéis que esta entidad que lo ha organizado es de SinergiaTIC? “Inaugurado un nuevo recurso residencial para los niños que…”. ¡Mirad, la fundación que lo ha impulsado también es nuestra! “Hoy se ha presentado el plan de reducción de residuos…”. No hace falta que nos lo digas, papá, eso también lo ha hecho una de las tuyas… Qué listos que son, ¿verdad? El caso es que sí, que a menudo vemos referencias a los medios de fantásticas y necesarias iniciativas de todo tipo que llevan el sello de nuestras entidades socias. Y en estos momentos no podemos dejar de pensar que quizás nosotros también hemos puesto nuestro granito de arena en hacerlo posible, que las herramientas que les proporcionamos y el acompañamiento que les hacemos contribuyen realmente a lo que tantas veces nos hemos dicho: que queremos ayudarlas a hacer crecer su impacto en lo que es la misión de cada una de ellas.